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Robert Galbraith

thecuckooscallingA estas alturas todo el mundo sabe quién es Robert Calbraith: JK Rowling. No pasa de ser un juego, una broma, o un intento de quitarse una etiqueta de encima.

Desde luego Rowling tiene dinero suficiente para olvidarse del mundanal ruido y dedicarse a lo que desee; por ejemplo, escribir lejos de la magia. El por qué lo ha hecho lo dice ella misma: «a sido una experiencia liberadora». No nos engañemos: todo tenemos vanidad. En este caso con doble alegría.

Nada más salir The Cuckoo’s Calling comenzó su cabalgadura por los tópicos literarios: listas de ventas, críticas, …, y  halagos. No pasaba de un nuevo libro de un novel con futuro y saltó la sorpresa: Robert Calbraith era un seudónimo. Ahora las ventas se han disparado y, algunos, se muerden las uñas.

Este suceso nos lleva a unas consabidas sentencias:

  • Cuando nacemos nos etiquetan, y quitarnos las etiquetas cuesta, a unos más que a otros. 
  • Los críticos terminan siendo engullidos por su crítica y, la mayoría de las veces, caen en el autoplagio. Es más fácil criticar el último cuando no te gustaron los anteriores. Parafraseando a Dr. House: la gente no cambia. La primera novela alejada del mundo mágico era The Casual Vacancy, Rowling cosechó más críticas duras que gratas. Ahora Rowling, como Calbraith, disfruta de mayor reconocimiento literario. ¿Cómo lo digerirán los críticos de The Casual Vacancy?
  • «La mejor publicidad de un libro es la fama del autor, no la calidad de la obra». Es normal, si a uno le gusta un autor tiende a comprar libros de ese autor, aunque estos terminen produciendo en clichés. Nos gustan las sagas y los editores lo saben.
  • Lo mejor que pueden hacer los escritores noveles es hacerse famosos. Dispondrán de sus quince minutos de gloria, y con suerte de más. Antes publicará un famoso que un escritor bueno.

 

El amigo americano

stamp-rockefellercenterEl amigo americano es una película de Wim Wenders sobre un libro de Patricia Highsmith. No se por qué Wenders la tituló así, cuando la novela se titulaba Ripley’s Game. Posiblemente por la relación que el protagonista, para Wenders, tiene con Ripley, el amigo americano. Aunque, si lo analizamos con detalle, amigos como ese…

Eso mismo pensé en abril del año pasado, cuando saltó a la palestra la expropiación a Repsol de su filial YPF. Hasta entonces escasa veces había oído el nombre de Vaca Muerta, pero desde ese momento era difícil no enterarse de que se trataba. Hablamos de recursos de hidrocarburos no convencionales, para que nos entendamos: no se trata de un terreno donde pinchas y sale petroleo o gas, sino de roca de la cual tienes que separar el petroleo o el gas para obtenerlo. El primero es el más sencillo, que conocemos de las películas americanas, donde un sufrido trabajador se baña en el líquido negro alegrándose por su fortuna. Para los no convencionales basta con ver el documental MegaEstructuras: Las Arenas de petroleo de Athabasca.

Volvamos a la turbia relación Argentina-Repsol. Repsol descubre el potencial yacimiento de Vaca Muerta; pero, claro, la inversión que necesita es tremenda, recordemos: hidrocarburos no convencionales. Argentina dice que hay mucho dinero:

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Repsol dice: paciencia. Entre unos y otros, Argentina no parece tener paciencia y expropia a Repsol. Lo reconozco: demasiado simplista. Pero he aquí nuestro amigo americano. Antes de lanzar el órdago, Argentina (mejor dicho: Cristina Fernández de Kirchner) telefoneó a su amigo americano, que, creíamos, era el mismo que el nuestro. Pues no, no son el mismo. Su amigo americano dio el consentimiento y Argentina, perdón Cristina, a bombo y platillo celebró la emancipación de YPF, la filial de Repsol, a quien pertenecía los derechos de explotación. Algo olía a podrido en Vaca Muerta.

No tardaron en salir nombres de grandes empresas de nuestro del amigo americano de Argentina en ofrecerse a explotar el yacimiento. Pues bien, ya tenemos vencedor: YPF y Chevron firman un acuerdo para explotar el yacimiento de Vaca Muerta. Chevron es una de las herederas del emporio Rockefeller y cuyo poder podría equipararse a la ficción de la empresa que está tras «The Manchurian Candidate». Ahora discutirán sobre si son galgos o podencos; si Argentina beneficia fiscalmente a Chevron, la sustituta de Repsol, merecidamente o no. El resultado es el mismo: España pierde porque su amigo americano es más amigo del petroleo Argentino.

Moraleja: el amigo americano solo es amigo del dinero, quién se lo de será su amigo, el que no su enemigo.