Tron: Legacy

 

Los que vivimos aquella década de los 80, vimos como el mundo comenzaba a cambiar en muchos aspectos de los que conocíamos. El cine fue uno de ellos y Tron contribuyó. Su estética era la del momento, jugando con las luces de neón como metáfora de los movimientos por las placas de silicio. La película aportaba una originalidad propia de algo nuevo y a la vez vivo (se que esto es discutible), en un mundo donde todo se movía a impulsos de la era que estaba sentando sus bases.

Este legado deja mucho que desear. No nos cuenta nada novedoso, al menos yo no lo he visto. Juega con el pasado y mezcla Matrix, Yo Robot y Blade Runner en una batidora, para servirnos un refresco desmineralizado. No vaticina, no apuesta por el futuro, sólo recrea un mundo virtual de Zen y juegos que ya hemos visto. Escasas alusiones al software libre y críticas a los monopolios en la red, no pueden considerarse alegorías de la siguiente era.

Para los viejos que disfrutamos de Tron (aunque un poco tardío en mi caso), no es un legado; es un mal remake revestido con la intención de darle un delicado tufo de originalidad. Para los nuevos espectadores no pasará de otra película de acción donde sobra la no acción.

Es difícil cumplir las expectativas. La mejor forma de no fracasar es no intentarlo.
 


Un comentario

  • Javier Sanchez

    7 febrero, 2011

    jajajaja que grande Jesus con esta te sales: «La mejor forma de no fracasar es no intentarlo», bien no la veré.

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