Bolonia en la Ingeniería

Ayer en Tribuna del suplemento CAMPUS de El Mundo aparecía este interesante artículo


Bolonia en la Ingeniería
MANUEL ACERO

El pasado mes de enero, la Universidad, atendiendo a una petición conjunta del Ministerio de Educación, las ingenierías técnicas y las ingenierías superiores, presentó una propuesta concreta para la reforma de las titulaciones, siendo entonces cuestionada sólo por los representantes de las ingenierías técnicas.

Una vez pasadas las elecciones, a finales de julio, el nuevo Ministerio de Ciencia e Innovación, de acuerdo con los rectores de las universidades emitió un nuevo borrador que es esencialmente idéntico al que las universidades plantearon en enero.

En síntesis: desde enero existe una posición bien definida y apoyada mayoritariamente. ¿Cuál es esta posición? Se trata, en esencia, de proponer títulos de grado especializados de cuatro años de duración, y titulaciones de máster de un mínimo de un año y un máximo de dos.

Este planteamiento tiene en cuenta la necesidad de disponer de títulos de grado que habiliten para el ejercicio profesional, lo que conduce a plantear grados especializados.

De esta manera, con la formación adicional del máster, se podrán adquirir otras disciplinas dando lugar a un profesional generalista.

Las nuevas titulaciones tendrán atribuciones profesionales -derechos profesionales especificados por ley-. Dado que estas atribuciones se otorgan por ley será necesario, hasta que no se promulgue una nueva norma, seguir aplicando las existentes.

Como solución temporal se aplicarán las atribuciones de las actuales ingenierías técnicas a los grados y las de las actuales ingenierías superiores a los máster.

La nueva ley que se dicte en su día modificará el alcance de las atribuciones, particularmente las relativas al grado porque éste tiene duración y alcance superiores a los de la actual Ingeniería Técnica. Por ello, polemizar en estos momentos sobre las atribuciones del grado no tiene fundamento alguno.

El plan se basa en dos conceptos fundamentales. El primero es que no se pueden tener derechos, atribuciones y responsabilidades sobre lo que no se ha estudiado. Por tanto, las atribuciones no pueden otorgarse, y así se ha entendido siempre, más allá de los conocimientos adquiridos. El segundo, igualmente obvio, es que a un número mayor de años de estudio tienen que corresponderle más derechos, atribuciones y responsabilidades.

Estos dos conceptos son los que inspiran la documentación consensuada por el Ministerio de Ciencia e Innovación y las universidades.

Se trata de premiar el esfuerzo y el sacrificio con el objetivo de perfeccionar las habilidades profesionales, lo que es un pilar fundamental y el motor del ánimo de superación que debe anidar en cada trabajador de nuestra sociedad.

Es necesario, al hablar de posturas y hechos, hacer algunas precisiones adicionales. Las discusiones se han llevado a cabo de forma transparente y en ellas no ha tenido presencia ni influencia alguna el mundo de la política. Cualquier comentario en este sentido carece totalmente de base. Los rectores son ingenieros superiores y, habría que resaltar que alguno es también, ingeniero técnico. ¿Qué otra cosa podrían ser para tratar los temas de la ingeniería?

Cuestionar su buen hacer no tiene fundamento ni por su formación ni por su talante, que se ha demostrado receptivo y negociador en todo momento.

Es importante añadir que, aunque no es este el plan de partida de los ingenieros superiores, entendemos que en una negociación todas las partes tienen que ser razonablemente flexibles.

En conclusión, la situación actual es que tenemos un plan apoyado de forma muy mayoritaria, que reconoce y respeta plenamente los principios del Proceso de Bolonia y que secundamos desde las ingenierías superiores en el convencimiento de que, con él, el futuro de nuestra educación en ingeniería es esperanzador.

Manuel Acero es presidente del Instituto de la Ingeniería de España.


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