Hoy podemos leer un excelente artículo de la rectora, Imma Tubella, de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC): La universidad en tiempos de ‘El nombre de la rosa’.
Desde luego la red ha cambiado la forma de entender la enseñanza y, como vemos, debe cambiar la forma en la que damos la enseñanza. Posiblemente el mayor error lo cometamos los profesores, cuando no comprendemos que la metodología, tan estudiada en tiempos pasados para ofrecer una mejor enseñanza, no camina con los mismos pasos de la tecnología que nos domina.
Nos dicen: al alumno hay que darle extensos apuntes, libros de referencia cuando no oficiales, material de apoyo, y un largo etcétera que nos lleva al resultado que expresa la rectora. No estoy planteando la negación de este sistema, sino su perversión: la comodidad del alumno en centrarse exclusivamente en aprobar el examen.
Hemos transformado la universidad en una mera academia. No buscamos un sitio donde el alumno investigue. No. Nos limitamos a enseñar lo suficiente para que el alumno apruebe. Y si tenemos la gran suerte de que alguno quiera investigar, lo tratamos con la misma ilusión que nosotros vivimos cuando estábamos aprendiendo. La perversión del sistema metodológico actual es que no fomenta la investigación; no fomenta el interés por aprender; no fomenta la curiosidad del alumno.
Los tan alabados sistemas metodológicos de aprendizaje conllevan sus propias disyuntivas: no todos valen para todos los casos. Discernir cual es el más adecuado en cada caso tiende a ser un proceso muy lento, tan lento que cuando nos damos cuenta de ello, no hemos vuelto reacios a cambiar el sistema.
La culpa no es de la tecnología, es de nosotros que no sabemos utilizarla apropiadamente.