«Las leyes están escritas por los Lobbies»

 Las palabras del título no son mias, son de Eric Schmidt, el CEO que decidieron poner Larry Page y Sergey Brin al comienzo de su singladura en el mundo mega-empresarial. El de las grandes empresas que deciden cuestiones que afectan a estados. Dos jóvenes que un día decidieron cambiar el mundo de Internet, y de paso, el mundo entero. De la noche a la mañana el impulso de la red transformó un mundo cambiante en las ilusiones de jóvenes emprendedores al mejor espíritu del sueño americano. Pero la velocidad a la que se mueve Internet no es la velocidad con la que gira la Tierra. De repente la fuerza de la inercia te estampa de bruces contra el muro inflexible de los grupos de poder.

Durante mucho tiempo los hilos los han movido otros. Una veces cambian, o intercambian el lugar, pero la máxima: son el mismo perro con distinto collar, permanece inalterada por el transcurso de los tiempos. Uno puede preguntarse si la cuestión es apuntarse al carro o bajarse de él, cuando te das cuenta que estás, quieras o no quieras, zambullido en la efervescencia de la jauría humana. Porque la masa se comporta en base a los instintos primarios, rompiendo con la humanización y deshaciendo, al más mínimo tropiezo, con años de valores conseguidos.

No nos podemos extrañar que las leyes estén dictadas por los grupos de presión. Aquí tenemos un claro ejemplo. ¿Se habría aprobado el canon digital sin la SGAE? Y ésta es la punta del iceberg que no vemos, debajo el volumen es inmensamente mayor. Siempre oculto y sólo disponible para aquellos que mueven los hilos; que mueven las masas; que mueven las montañas para no tenerse que levantar de sus asientos.


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