Capítulo II
-Ma deja de decir eso… Ma tienes…-Yang no dejaba de escuchar atentamente, agarrando el auricular del teléfono con la mano mientras jugueteaba con el cable en la otra, en sus pantalones, rítmicamente, el iPhone golpeaba en el muslo al compás del baile de la pierna. Le gustaba sentir su presencia cuando no podía sacarlo para jugar con él.
-Ma deja de …, Ma no…, no pasará eso. Espera un momento. Ma, el Consejo de administración… tenemos que dar una respuesta.- A Yang le costaba cortar a su madre, pero debía hacerlo, el Consejo no esperaría y él necesitaba controlarlo.
-Ma, Gulli lleva más de un año detrás nuestro y si vine aquí sabes que no era para entregársela…- Yang gustaba de llamar a Microsoft Gulli, por la obra de Jonathan Swift, si ellos eran los Yahoos Microsoft sería el gigante al que amarraron los liliputienses.
-Dejame hablar. Ma, en el consejo no están todos de acuerdo… Ya se que las cosas no marchan… Te dije que los despidos era una medida necesaria… Pero…Por qué dices eso…No, no tengo que esperar a nada, le diremos no a Gulli, que valla a comprar en otra parte…- Ma, la madre de Yang, no dejaba de interrogar a su hijo. Le preocupaba el bienestar de la empresa y sobre todo el de su pequeño.
«¿Qué necesidad tienes de volver?», le dijo cuando se enteró que Yang volvería a Yahoo. «Todos se han marchado y si ahora quieren unirse a M, pues que lo hagan. ¿Que manía esa de siempre luchar contra los poderosos?. Además Bill dejará el año que viene la empresa, como tú. No lo entiendo. No lo entiendo».
-Ma, dejalo ya… El Consejo me espera y diremos que no. Yo no necesito sus 31 pavos y además los 300 millones adicionales para reanimarnos es mentira… Nos despedazarán y venderán lo que no quieren… si se que es casi el doble de la cotización y tu sabes que valemos mucho más y no necesito su dinero… Ma, ¡dejalo ya!, tengo que irme.- Yang colgó, un poco contrariado caminó hacia la sala donde le esperaba el Consejo y se estaban impacientando. Pasó dentro y cerró la puerta.