Capítulo IV
Apartó con cuidado el Wall Street Journal evitando que la mostaza se derramara encima de él. Enfrente un niño lo miraba con ojos de asombro, un hombre tan pulcramente vestido y comiendo una hamburguesa como si de una exquisita delicatessen se tratara. Con un proceder ceremonial había depositado la mostaza en el centro de la hamburguesa, dibujando una espiral casi perfecta. Luego repitió con el ketchup y para terminar colocó encima la razón extra de pepinillo. Lo más importante era que no llevara cebolla. La cogió con las manos y en el primer mordisco se derramó la mostaza. El niño rió como si el hombre que estaba sentado dos mesas delante fuera un payaso intentando hacerlo reír.
Norman no vio al niño, ni a su padre mientras le reprende por las risas, él solo se fijaba en los dedos untados y en el placer de llevárselos a la boca para chuparlos. Ese momento no lo estropeó nadie, ni el niño, ni su invitado cuando se sentó en la mesa.
-¡Joder!, eso es disfrutar-.
-Sí, deberías probarlo-. Norman no paró de relamerse los dedos y el borde del pan que todavía derramaba la mezcla de la mostaza con el ketchup.
-¿Hasta que no la termines no podremos hablar?-
-Tu no quieres nada.- Norman continuaba afanado en su comida, a pequeños bocados y saboreando el fuerte gusto de los condimentos.
-No tengo apetito y menos de tanta grasa saturada.-
-Otro seguidor de Spurlock-, Norman elevó los ojos por encima de las gafas, -veis por que os dicen frikis. Seguro que también lees a Michael Moore-. Lo dijo con la misma repugnancia que mostró al notar un trozo de cebolla. Dejó la hamburguesa sin terminar en el plato y fue al mostrador, cuando volvió a la mesa llevaba una nueva. Se sentó y repitió el ritual.
-Deja de comer y hablemos de negocios.-
-Cuéntame.- Norman no se apartaba de su ritual.
-Escucha, no quiero perder el tiempo, ¿qué dice Rupert?.-
-No lo se. ¿Qué decís vosotros?.- Mordió la hamburguesa y miró a su acompañante.
-¿Cómo que no lo sabes?, ¿para qué estamos hablando?, ¿os interesa o no?.- El invitado se estaba impacientando, entre el olor a carne quemada, patatas fritas y ruidos del megáfono tenía la sensación de estar en una feria.
-Habéis rechazado una oferta muy suculenta, ¿qué esperáis?, que realicemos una mejor.- Norman paró de comer, la media de antes y la media de ahora hacían una entera, su ración quincenal.
-Desde luego no esperamos que nos disolváis en MySpace a cambio de un puñado de acciones.-
-Vale.- Norman se mostraba tranquilo, sosegado, satisfecho de haber cumplido con uno de sus privilegios mensuales.
-¿Cómo que vale?.-
-Vosotros necesitáis dinero para seguir autónomos y queréis que alguien os lo deje sin nada a cambio.- Norman se levantó de la mesa y enseñó una mueca de escepticismo. -Se lo diré a Rupert, pero no esperarás que nos comportemos como Bill cuando salvo a su amiguito Steve. Los tiempos han cambiado y Yahoo no es Apple.