Pensamientos fuertes

Si la revolución industrial vino precedida por el movimiento socialista, la revolución tecnológica carece de pensamientos fuertes.

Esta frase de José Félix Tezanos, profesor de Sociología en la UNED, me ha hecho reflexionar. ¿Hasta que punto tiene razón?, ¿cada revolución llegó acompañada de un movimiento en la estructura del pensamiento, o al revés? Siempre te dicen que los grandes acontecimientos sociológicos del pasado siglo marcaron tendencias en el pensamiento. La explosión social del 68 seguida del movimiento hippies tuvo al existencialismo de Jean-Paul Sartre, Albert Camus o Simone de Beauvoir, o el positivismo que renació de manos de la ciencia de finales del XIX y principios de XX, son ejemplos como el que expresa Tezanos. ¿Y nosotros, qué cambio estamos viviendo?

El tremendo empuje social que conlleva la globalización, el enriquecimiento cultural que supone internet, los cambios constantes de las nuevas tecnologías, que se nos escapa con una facilidad pasmosa y nos impide comprender  el mundo que nos rodea en poco más de una generación, ¿qué pensamiento lleva asociado?

Hasta ahora sólo he visto uno: el pensamiento económico que nos impermeabiliza a todos. La lucha fratricida entre keynesianos y monetaristas deja de lado cualquier pensamiento ajeno al mundo económico. Si desde el XVIII la geopolítica dominaba nuestra forma de relacionarnos en el siglo XX cambió, se dieron cuenta que las guerras producen demasiado daño. Se ha dado un vuelco, las empresas pueden más que las naciones y los equipos directivos tiene más influencia que los gobiernos de los estados. El pensamiento filosófico se ha adaptado a la globalización económica, transformándose en un resultado de dividendos.

 


Un comentario

  • Alba

    8 junio, 2010

    Me ha parecido un post muy interesante 🙂

    Realmente creo que el momento actual que estamos viviendo no lleva aparejado ningún movimiento filosófico claro debido precisamente a lo que has comentado de la lógica geoeconómica. Podríamos decir que hemos quedado imbuidos por una dimensión moral ficticia -en el sentido de creada- del capitalismo. Esto, junto con la creación y desarrollo del Estado del Bienestar ha servido a los Estados-nación para «adormilar» en cierta forma las conciencias de los individuos, no ha sido algo casual ni mucho menos. Y no es por entrar en teorías de la conspiración, pero es algo que se lleva haciendo de una u otra manera desde que existe el poder como tal. Un principio básico de la teoría política para cualquier gobernante es encontrar algo que tenga desviada la atención de quienes lo vigilan -el pueblo-; esto lo sabía Julio César, lo sabía Luis XIV y lo sabía Bush.
    Si es cierto que el siglo XIX y el XX fueron caóticos, pero después de la II Guerra Mundial los líderes occidentales volvieron a darse cuenta de ésto. Y es que la gente, si tiene sus necesidades básicas cubiertas y se le da entretenimiento para no pensar, va a dejar que hagas lo que quieras. Afortunadamente, aunque no haya sido en masa, siempre han habido unos pocos que se han atrevido a pensar un poco mas allá.

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